Black Friday en España ¿Cómo nos afecta?

El Black Friday se ha convertido en una de las citas comerciales más esperadas del año, tanto por los consumidores como por el sector minorista. Y es que detrás de este fenómeno global hay una historia curiosa, fuertes implicaciones económicas y efectos palpables tanto en el empleo como la estructura del comercio en España.

Historia del Black Friday

El término Black Friday surgió en Estados Unidos en la década de 1960. Y es que los agentes de policía de Filadelfia comenzaron a usarlo de forma sarcástica para describir el caos del tráfico y las aglomeraciones que se producían el viernes posterior al Día de Acción de Gracias. Coincidía con el clásico partido entre el Ejército y la Marina, que atraía multitudes. Esto, evidentemente, generaba atascos de tráfico, aglomeraciones, robos y alteraciones del orden que obligaban a la policía a trabajar horas extra. Esa jornada fue apodada por los agentes como “Black Friday”.

A mediados de los setenta, dado que también coincide con el inicio de la temporada de compras navideñas, aparece la versión comercial que afirma que es el día en que los comercios «pasaban de estar en números rojos (‘in the red’) a estar en negro (‘in the black’)», es decir empezaban a obtener beneficios.

La transformación del día de caos en un gigantesco evento de consumo tiene lugar probablemente en los años 80-90, cuando los comercios empiezan a ofrecer grandes promociones ese día para dinamizar las ventas prenavideñas. Desde entonces, el Black Friday ha evolucionado de una jornada de 24 horas a una auténtica Black Week, extendiéndose incluso al Cyber Monday, dedicado a las ofertas en compras en línea.

Cabe preguntarse
¿Qué ha pasado en España para que
el fenómeno Black Friday
dure en 2025 prácticamente un mes?

 

¿Se justifica la fuerte bajada de precios del Black Friday por un fuerte descenso de la demanda?

Según los datos que hemos podido consultar, no parece que la bajada de precios de estas fechas se deba a una caída muy fuerte de la demanda en noviembre. Más bien se trata de que las empresas quieren adelantar ventas, estimularlas, y competir intensamente ante una demanda que aún será mayor en Navidad. La urgencia del precio, de la oferta inmediata, de la oportunidad ineludible, es un arma muy poderosa. En Navidad se utilizan otras motivaciones, otras técnicas de venta igualmente poderosas.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) y Trading Economics registran una clara tendencia estacional en las ventas minoristas españolas. De acuerdo con los Índices de Comercio al por Menor (ICM), ajustados a precios constantes, las ventas tienden a incrementarse en noviembre y diciembre por las campañas de Black Friday y Navidad, y a disminuir notablemente en los meses posteriores a enero.

¿Se justifica la fuerte bajada de precios del Black Friday por un fuerte descenso de la demanda?

Esta evolución muestra que los patrones estacionales, más que un descenso estructural de la demanda, explican los altibajos del consumo. En términos visuales, un gráfico anual de la serie 2015–2025 del ICM mostraría tres repuntes principales: finales de noviembre (Black Friday), diciembre (Navidad) y julio (rebajas de verano). Los valles más marcados corresponden a febrero y septiembre, meses de escaso dinamismo comercial.

El Black Friday, por lo tanto, actúa como un anticipo del gasto navideño más que como respuesta a un descenso de ventas. Las promociones que se intensifican en noviembre buscan adelantar el consumo, no para reanimarlo. En consecuencia, en España no sería correcto afirmar que la fuerte bajada de precios del Black Friday se justifique principalmente porque la demanda caiga con fuerza en ese mes; más bien se emplea como palanca para iniciar la temporada de compras y aprovechar el tirón promocional.

Influencia en el mercado minorista: grandes cadenas versus pequeños comercios

El auge del Black Friday ha tenido un impacto desigual en la estructura del comercio español. Para las grandes superficies y plataformas de venta en línea, el evento representa una oportunidad de maximizar beneficios mediante descuentos agresivos y estrategias de marketing masivo.

En cambio, para los pequeños comercios, con márgenes más ajustados, la competencia se vuelve mucho más difícil. El 53 % de los minoristas en España considera que las cargas administrativas y los trámites bancarios frenan sus ventas en plena temporada alta (Black Friday + Navidad).  Entre 2019 y 2024 más de 50.000 locales de comercio minorista han cerrado en España. Mientras tanto, el comercio electrónico creció un 95 % entre 2019 y 2024, y el porcentaje de empresas que vende online pasó del 36 % al 45 %.

No obstante, estudios recientes muestran un ligero cambio de tendencia. Según GoDaddy y YouGov (2024), el 71% de los consumidores españoles declara preferir realizar sus compras del Black Friday en pequeñas empresas, y uno de cada cuatro estaría dispuesto a pagar hasta un 10% más por apoyar al comercio local. Este dato refleja una mayor sensibilidad hacia la economía de proximidad, especialmente entre los jóvenes de 18 a 24 años, que encabezan este cambio de comportamiento.

El Black Friday, por tanto, se ha convertido en un arma de doble filo para los minoristas independientes. Mientras les ofrece visibilidad y la posibilidad de fidelizar clientes mediante estrategias personalizadas —como descuentos dirigidos, promociones cruzadas o colaboraciones entre comercios de barrio—, también los enfrenta a la presión de competir con grandes operadores digitales y logísticos.

En cuanto al canal de venta, los datos más recientes confirman que el comercio electrónico domina el Black Friday. Según el informe Webloyalty 2025, el gasto medio por comprador en España alcanzará los 485 euros, un 6,5% más que en 2024, con un crecimiento del 10% en las ventas digitales.

Efectos en el empleo

La campaña de Black Friday (y su extensión al fin de semana o al lunes después, “Cyber Monday”) ya se ha convertido en un motor para la activación de empleo temporal en el sector comercial, logístico y de transporte en España.

Según Eurofirms, en octubre de 2025 se crearán más de 270.000 contratos vinculados a la campaña, un 17% más que el mes anterior y un 4% más que en 2024. Las contrataciones se concentran en el comercio minorista, la logística, el transporte y los servicios de atención al cliente, especialmente en las grandes capitales y polos logísticos de Madrid, Barcelona y Valencia.

La consultora Randstad estima que la campaña Black Friday y Cyber Monday generará alrededor de 110.800 contratos en España (comercio, transporte y logística). De ellos, unos 45.100 contratos en el sector comercio (+12,1 % respecto a 2024) y unos 65.700 en transporte y logística (-6,8 % respecto al año anterior).

Por comparación, las campañas de Navidad suelen generar en torno a 1,2 millones de contratos temporales en toda España, aunque distribuidos entre más sectores (hostelería, turismo, cultura, etc.). En cambio, las rebajas de verano o de enero registran cifras considerablemente menores, entre 120.000 y 150.000 contratos adicionales, centrados principalmente en la distribución y el comercio textil. Según la revista Info Retail En la campaña de Navidad 2024 ya se había estimado, por ejemplo, la creación de 71.000 empleos en comercio para Navidad (noviembre-diciembre) en España.

El empleo del Black Friday se caracteriza por su intensidad y brevedad: contratos de entre 2 y 4 semanas, asociados a picos de demanda logística y atención en tiendas. A menudo funcionan como “puertas de entrada” al mercado laboral, especialmente para jóvenes que buscan su primera experiencia profesional. Este patrón temporal y sectorial subraya cómo el Black Friday no solo impulsa el consumo, sino que también actúa como un catalizador laboral de corta duración. Sin embargo, diversos estudios advierten que la temporalidad sigue siendo elevada y que apenas un 15% de estos contratos se convierten en indefinidos o fijos discontinuos una vez finalizada la campaña.

El mundo está cambiando y el comercio mucho más.
¿Tiene futuro el Black Friday?

En esencia, el Black Friday en España refleja un fenómeno más amplio: la globalización del consumo y la digitalización del comercio. Su historia, con raíces en la tradición estadounidense, ha encontrado un eco duradero en el mercado español, donde se entrelazan la oportunidad de los grandes descuentos y el enorme reto de sostener un tejido comercial equilibrado. Es el símbolo de un cambio estructural en el comercio minorista, en la estacionalidad del consumo y en el empleo del sector

Las cifras del INE demuestran que la campaña no responde a una caída estructural de la demanda, sino a una estrategia de adelanto de compras y fidelización de clientes. Mientras tanto, su impacto en el empleo confirma que, aunque breve, el Black Friday sigue siendo una palanca esencial en la economía española de final de año. Empleo de corta duración en un sector con unas perspectivas poco halagüeñas.

Los pequeños comercios se enfrentan a la necesidad de adaptarse a un entorno híbrido, donde la venta online y el consumo responsable conviven. Existe un pequeño cambio hacia la defensa del pequeño comercio local, una puerta a la esperanza. ¿Sabrán aprovecharla o se llega tarde?

No parece que las actuales decisiones políticas en las más altas esferas estén por la labor. El mínimo margen comercial no permite grandes maniobras defensivas y aún menos de ataque. No hay relevo generacional, en consecuencia. Y las grandes corporaciones están llevando a cabo una estrategia de depredador inmobiliario en los locales que quedan vacíos.

Las ciudades van perdiendo su personalidad y su identidad. Como comentó Pérez Reverte hace poco, quizá Europa está en franca decadencia y asistimos, impávidos, al relevo cultural.

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